Procura lo mejor, espera lo peor y toma lo que viniere.
José Saramago criticó en su día al optimismo: "sólo son optimistas los seres insensibles, estúpidos o millonarios". Sin embargo, a menudo presenciamos lo contrario. Personas con enfermedades irreversibles que sanan o que viven mucho más tiempo del pronosticado; gente humilde que confía en sí misma y sale hacia delante; incluso empresas que suben en los mercados de valores gracias al visto bueno de los análisis de "prescriptores". Obviamente las circunstancias condicionan los resultados de manera notable pero, dentro de los márgenes, siempre se pueden intentar alcanzar las cotas más positivas.
Es evidente que la componente del optimismo es una variable fundamental en toda persona física o jurídica. En León (y quizás en España) estamos acostumbrados a definirnos como pesimistas en el sentido de que no confiamos en la posible resolución de muchos problemas. No actuamos y nos limitamos a la queja. La queja fundamentada es muy buena siempre que posteriormente se planteen y ejecuten alternativas o soluciones. No hemos de resignarnos a asumir que no hay remedio. A menudo los problemas se pueden convertir en oportunidades ya que nos hacen estar más despiertos.
Por poner un ejemplo, protestamos por el envejecimiento de la provincia pero no salimos de ahí. En realidad hay oportunidad de cambiarlo con la suma de muchos (no son necesarios todos). No es únicamente una cuestión de tener hijos, sino también de desarrollarnos profesionalmente en León y no fuera. Si una pareja joven no sigue al rebaño que emigra cada año a otras ciudades, o lo hace para acumular experiencia y después regresa, está contribuyendo a frenar el envejecimiento. No siempre es posible y afectan infinidad de factores pero tampoco es raro que en ocasiones directamente ni se valoren las oportunidades disponibles.
El optimismo ayuda a crecer mientras que el pesimismo agorero provoca nuevos fracasos y depresiones. Alcanzar un optimismo realista, tanto a corto como a largo plazo, puede ser la clave oculta que muchos deseamos para nuestra tierra. Si un individuo está ilusionado con el día a día, con su trabajo, con la resolución de sus problemas, con disfrutar de los suyos, es casi seguro que logrará muchas más metas y, a la vez, será feliz.
Llevemos el optimismo realista al plano leonés, luchando cada uno en su ámbito. Mi opinión es que seremos más sensibles, más inteligentes y, quizás, menos pobres.
Es evidente que la componente del optimismo es una variable fundamental en toda persona física o jurídica. En León (y quizás en España) estamos acostumbrados a definirnos como pesimistas en el sentido de que no confiamos en la posible resolución de muchos problemas. No actuamos y nos limitamos a la queja. La queja fundamentada es muy buena siempre que posteriormente se planteen y ejecuten alternativas o soluciones. No hemos de resignarnos a asumir que no hay remedio. A menudo los problemas se pueden convertir en oportunidades ya que nos hacen estar más despiertos.
Por poner un ejemplo, protestamos por el envejecimiento de la provincia pero no salimos de ahí. En realidad hay oportunidad de cambiarlo con la suma de muchos (no son necesarios todos). No es únicamente una cuestión de tener hijos, sino también de desarrollarnos profesionalmente en León y no fuera. Si una pareja joven no sigue al rebaño que emigra cada año a otras ciudades, o lo hace para acumular experiencia y después regresa, está contribuyendo a frenar el envejecimiento. No siempre es posible y afectan infinidad de factores pero tampoco es raro que en ocasiones directamente ni se valoren las oportunidades disponibles.
El optimismo ayuda a crecer mientras que el pesimismo agorero provoca nuevos fracasos y depresiones. Alcanzar un optimismo realista, tanto a corto como a largo plazo, puede ser la clave oculta que muchos deseamos para nuestra tierra. Si un individuo está ilusionado con el día a día, con su trabajo, con la resolución de sus problemas, con disfrutar de los suyos, es casi seguro que logrará muchas más metas y, a la vez, será feliz.
Llevemos el optimismo realista al plano leonés, luchando cada uno en su ámbito. Mi opinión es que seremos más sensibles, más inteligentes y, quizás, menos pobres.