Me levanto a las siete menos cuarto. Tengo que darme prisa en la ducha y en el desayuno para poder coger el cercanías a tiempo. Así enlazaré con el metro en Nuevos Ministerios sin tener que aguardar en ninguna cola de espera. Ya no me contemplo llevar el coche pues sería casi imposible aparcar en un buen sitio. Me espera un día de trabajo largo, pero seguro que fructífero. Llego a las nueve menos cinco a la oficina. Los compañeros aquí son geniales; además estoy conociendo a gente de toda España. El trabajo no es monótono pero la vida como consultor a veces me hace dedicar más tiempo del que quisiera. Tengo una hora para comer; qué bien que hoy traje en el tupper las lentejas que me metió mi madre el domingo. Con lo que las odiaba de pequeño...
Son las seis de la tarde y en teoría ya he cumplido con mi jornada de ocho horas. Pero aquí nadie se mueve. Estamos a dos semanas de la entrega de marzo. No será una tarde-noche épica pero hasta las siete y media no veré la oportunidad de salir. Luego he quedado en el centro con Elsa. A ver si nos vamos a vivir juntos porque estas quedadas entre semanas me están destrozando. Comprar un piso es un imposible pero al menos podemos alquilar algo decente entre los dos. El problema es que cada uno trabajamos en una punta de Madrid. Poco a poco.
Por fin llego a Sol. Ella me está esperando. Son las ocho y cuarto y me perdona el pequeño retraso a cambio de un beso. Ya he quemado todas las lentejas así que le invito a cenar unas tapas. Menudo negocio una franquicia de Cañas y Tapas en el centro de Madrid. Eso sí, también pagarán lo suyo.
Me he reído mucho con Elsa. Es maravillosa. Cogemos el metro y nuestros caminos se bifurcan aunque al menos sé que el viernes iremos juntos a León para pasar el fin de semana. El sábado promete; tenemos una cena con los amigos de siempre.
Llego al piso. Las doce menos cuarto. Me ha venido bien desconectar aunque el cansancio hace mella en mi cuerpo. Apenas tengo tiempo para sacar otro tupper del congelador y dejarme caer en la cama. Pienso en mi vida en Madrid. Me alegro del sueldo. No lo ganaría en cualquier otro lado y mucho menos en León donde las condiciones son más precarias. Algún día podré regresar pero poniendo yo las condiciones.
¡Maldito despertador! Debo cambiar la melodía, voy a terminar cogiendo fobia al Jacqueline de Franz Ferdinand. Dan las ocho y media. El tiempo justo para pegarme una ducha rápida y tomar el café que hoy le toca preparar a Elsa. Menos mal que la tengo a ella. La mañana está fresca pero son sólo cinco minutos hasta la oficina; me ayudará a despertar. Coincido con el jefe en el ascensor. No es mal tipo, simplemente cumple bien su trabajo. En general no me puedo quejar del ambiente en el trabajo. Es distendido pero a la vez el equipo sabe cumplir bien sus objetivos.
Son las 14h y salgo apresurado. Quiero llegar un poco antes a casa para tener la comida lista cuando llegue ella. Fue un acierto regresar a León. Cobramos menos pero haciendo números la aceptable hipoteca de nuestro flamante piso nuevo ya compensa todo por sí sola. Además tenemos la oportunidad de vernos mucho más sin renunciar a los amigos o a la familia.
Llego al trabajo tras mi reconfortante siesta de 15 minutos, algo completamente imprescindible en mi vida. Son las 15.30 y tan sólo me restan tres horas de análisis e informes para ir al gran partido. Hoy toca pachanga de basket y luego lo mejor: un par de cañas por La Palomera. A veces creo que sólo voy a estos partidos por las tapas de después. Al menos así no tengo problemas de conciencia con mi físico.
Elsa me viene a recoger y se toma la última con nosotros. Se está haciendo tarde y queremos ir pronto a casa. Esta noche el plan consiste en una pizza de La Competencia a medias más una película made in emule. Ya tendremos tiempo de visitar el Húmedo el sábado, aprovechando que vienen a cenar nuestros viejos amigos de Madrid.
Son las seis de la tarde y en teoría ya he cumplido con mi jornada de ocho horas. Pero aquí nadie se mueve. Estamos a dos semanas de la entrega de marzo. No será una tarde-noche épica pero hasta las siete y media no veré la oportunidad de salir. Luego he quedado en el centro con Elsa. A ver si nos vamos a vivir juntos porque estas quedadas entre semanas me están destrozando. Comprar un piso es un imposible pero al menos podemos alquilar algo decente entre los dos. El problema es que cada uno trabajamos en una punta de Madrid. Poco a poco.
Por fin llego a Sol. Ella me está esperando. Son las ocho y cuarto y me perdona el pequeño retraso a cambio de un beso. Ya he quemado todas las lentejas así que le invito a cenar unas tapas. Menudo negocio una franquicia de Cañas y Tapas en el centro de Madrid. Eso sí, también pagarán lo suyo.
Me he reído mucho con Elsa. Es maravillosa. Cogemos el metro y nuestros caminos se bifurcan aunque al menos sé que el viernes iremos juntos a León para pasar el fin de semana. El sábado promete; tenemos una cena con los amigos de siempre.
Llego al piso. Las doce menos cuarto. Me ha venido bien desconectar aunque el cansancio hace mella en mi cuerpo. Apenas tengo tiempo para sacar otro tupper del congelador y dejarme caer en la cama. Pienso en mi vida en Madrid. Me alegro del sueldo. No lo ganaría en cualquier otro lado y mucho menos en León donde las condiciones son más precarias. Algún día podré regresar pero poniendo yo las condiciones.
¡Maldito despertador! Debo cambiar la melodía, voy a terminar cogiendo fobia al Jacqueline de Franz Ferdinand. Dan las ocho y media. El tiempo justo para pegarme una ducha rápida y tomar el café que hoy le toca preparar a Elsa. Menos mal que la tengo a ella. La mañana está fresca pero son sólo cinco minutos hasta la oficina; me ayudará a despertar. Coincido con el jefe en el ascensor. No es mal tipo, simplemente cumple bien su trabajo. En general no me puedo quejar del ambiente en el trabajo. Es distendido pero a la vez el equipo sabe cumplir bien sus objetivos.
Son las 14h y salgo apresurado. Quiero llegar un poco antes a casa para tener la comida lista cuando llegue ella. Fue un acierto regresar a León. Cobramos menos pero haciendo números la aceptable hipoteca de nuestro flamante piso nuevo ya compensa todo por sí sola. Además tenemos la oportunidad de vernos mucho más sin renunciar a los amigos o a la familia.
Llego al trabajo tras mi reconfortante siesta de 15 minutos, algo completamente imprescindible en mi vida. Son las 15.30 y tan sólo me restan tres horas de análisis e informes para ir al gran partido. Hoy toca pachanga de basket y luego lo mejor: un par de cañas por La Palomera. A veces creo que sólo voy a estos partidos por las tapas de después. Al menos así no tengo problemas de conciencia con mi físico.
Elsa me viene a recoger y se toma la última con nosotros. Se está haciendo tarde y queremos ir pronto a casa. Esta noche el plan consiste en una pizza de La Competencia a medias más una película made in emule. Ya tendremos tiempo de visitar el Húmedo el sábado, aprovechando que vienen a cenar nuestros viejos amigos de Madrid.
8 comentarios:
La primera es la historia de mi vida. La segunda la que deseo que sea en breve. Ciertamente yo soy de los que piensa que hay cosas superiores al dinero. A ver si con el Inteco o el Parque tecnológico... Es que podría ir al trabajo andando!!
Bonita historia... ilustra bastante bien la realidad; Madrid no es como lo pintan y aunque cobras más, la calidad de vida es infinitamente inferior a la que se tiene en el "pueblín".
Saludos!
Jejejeje. Vaya campaña de reagrupamiento de emigrantes leoneses... xD Yo no puedo/quiero pensarlo muy en serio a medio plazo porque León está como está, no nos vamos a engañar, pero cualquiera de nosotros esta de acuerdo en que como en León, en ningún sitio.
Un saludo!
Cada uno puede decidir dónde vivir de acuerdo a sus intereses reales: personas queridas, trabajo, calidad de vida, posibilidades del entorno, etc. Esa capacidad de decisión es lo realmente bonito.
Enhorabuena a los que se sientan identificados con el relato y suerte a los que deseen lograr la segunda parte.
Victor... ¿Como esta León?.
Bueno, quizás en lo tuyo, Aeronaútica, si que andemos bastante malitos, más que nada porque no tenemos empresas (ni grandes ni pequeñas) de ese sector. Pero en otros sectores hay muchas posibilidades de que la gente se quede en León si así lo quiere... Telecomunicaciones e Informática... he ahí el futuro de León :).
Ays... cuando vuelvan los emigrantes, a los leoneses no va a haber quién nos sople.
Saludos!!!
Bueno la primera parte la viví yo durante un par de años (cuantos miles de leoneses la viven, la han vivido y la vivirán) y me dije que nunca mais y lo pienso cumplir. Me vine pa la tierrina y lo más probable es que tenga que marchar de nuevo.... pero desde luego esquivaré siempre que pueda ciudades tipo Madrid. Los sueldos son mayores pero de que te sirven si comprar un piso en el extrarradio de Madrid es hasta 3 veces más caro que en una zona centrica de León? Compensa el no tener tiempo para respirar, agobios de metros, polución, estres, aglomeraciones... ? yo tenía que quedar tres días antes con la gente para poder ver a los amiguetes...
Desde luego vale más ser mileurista en León que ganar 2000 en Madrid. Vives mucho mejor....
Por no hablar de las tapinas... la tranquilidad, el mar a hora y media, poder pasear .....
Vamos que no hay color. Como llegue el desarrollo a León se queda Madrid vacío XD (se calcula que hay más de 30 000 leoneses sólo en Madrid....)
Increíble lo bien que lo has mostrado, leía y veía cómo alguien describía mi vida. Seguro que a todos nos ha pasado.
Desde Valencia, tierra llena de leoneses (al menos 11 en AirNostrum), te felicito. Ojalá pudiéramos estar todos en León, la mejor tierra de España, sin temor a equivocarme.
Muchas gracias por vuestros comentarios, de verdad. Creo que mucha gente se siente identificada y no sólo la que haya vivido o viva en Madrid, como bien nos muestran desde Valencia.
Personalmente conozco más de un caso que ha servido de inspiración a la historia completa y os aseguro que no se arrepienten en absoluto de haber vuelto.
¡¡Un saludo para todos!!
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